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domingo, 5 de febrero de 2012

¿Un gato cuántico?


¿Qué hace un gato en un blog sobre estas cosas? Pues es un minino muy especial: el gato de Schrödinger. ¿Quéeeeeeeeee? Que sí. Un reputado físico llamado Erwin Schrödinger ideó un experimento mental en los días heroicos de la mecánica cuántica que involucraba a un gato (imaginario). Andaban a gorrazos los físicos en aquella época con el tema de que si la luz y otras cosas eran partículas u ondas. Y la mecánica cuántica postulaba algo extravagante: que podía ser las dos cosas a la vez. Y encima aseveraba que no se podía saber con certeza en qué estado se encontraba, que sólo se podía calcular una probabilidad acerca de esto. Ya sé que suena raro. En nuestro enorme mundo, seres torpes y gigantescos como nosotros no tenemos esas dudas: o es verde o es rojo, no un estado indefinido entre ambos. Mientras se rascaba perplejo la cabeza, el bueno de Erwin ideó este experimento (mental... que los físicos de estas ramas trabajan con su cabeza). 

Imaginemos una caja con el siguiente dispositivo: un detector de partículas (como un contador Geiger), una ampolla con un gas letal, un resorte y un martillo. La cosa es sencilla: si el detector pilla una partícula emitida por una sustancia radiactiva X, activa el resorte y rompe la ampolla. Y junto con este mecanismo, Erwin ponía un gato y cerraba la caja (no me preguntéis porqué un gato... ¡quizá no le gustaban!). Al lado de la caja, ponemos un trozo de la sustancia X, suponiendo que emite una partícula por hora de promedio. Pues bien, dejamos pasar una hora. ¿Cómo está el gato? ¿Vivo o muerto? ¡Ajajá! ¡Bienvenid@s al maravilloso mundo de la mecánica cuántica! Pues no hay forma de saberlo sin abrir la caja, es decir sin alterar radicalmente las condiciones del experimento. 

Mientras la caja estuvo cerrada, lo más que podemos decir son probabilidades acerca del estado del felino. O sea que su estado era vivo y muerto a la vez... tal vez estuviera muerto, tal vez no, y no podemos decir categóricamente en qué estado se encontraba. El felino estaba en un estado llamado superposición. ¿Interesante, eh? Pues esto no son brindis al sol ni fantasías de chiflados de bata blanca. La mecánica cuántica funciona y la mar de bien. ¿Una prueba? Que si no funcionara, no estarías leyendo esto, puesto que no habría ordenadores. No sé porqué, pero me da que Erwin tendría perro.
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