Hace más o menos 4580 millones de años comenzó a formarse el Sistema Solar. Nuestra estrella tenía a su alrededor lo que suele llamarse un "disco de acreción", es decir material que se iba solidificando, y se atraía por efecto de la gravedad. Visto desde lejos, el Sol sería algo parecido al planeta Saturno en la actualidad. Pues bien, no todos los trozos de materia que se formaron se unieron a los planetas: una incontable legión de ellos, desde pequeños granos hasta rocas gigantescas, orbitan el Sol, y de vez en cuando caen a la Tierra. Uno de ellos, tras errar por el espacio atrapado por la gravedad solar, se estrelló contra la Tierra en un sitio llamado Campo del Cielo en Argentina. Y por azares de la fortuna, se encuentra hoy en mi mesa. Lo he tenido en la palma de mi mano, y no pude dejar de estremecerme ante el encuentro de este lejano viajero, que ha sido testigo mudo de la historia del Sistema Solar. Cuando se formó, no había pirámides, ni dinosaurios, ni vida siquiera. Bien podría decir, como Drácula en la hermosa película de Francis Ford Coppola, "he atravesado océanos de tiempo para encontrarte".
